Este campeonato, ganado por River Plate tras imponerse ante Independiente, con el que había igualado el primer puesto, tuvo en Bernabé Ferreyra, máximo goleador del certamen, a su protagonista principal. El hecho de haber convertido goles en forma consecutiva en los primeros doce partidos generó un sentimiento de admiración profunda en la afición entera, sin distinción de banderías, y su nombre recorrió todos los ámbitos del país. El diario “Crítica” instituyó un premio consistente en una medalla de oro para el arquero que no fuera vencido por “La Fiera”, uno de los muchos apodos con que se distinguió al goleador excepcional.
Ese fervor multiplicó notablemente no sólo la popularidad de River Plate, sino también del propio fútbol. Prueba de ello fue que ese año se vendieron cerca de 600.000 entradas más que el anterior y varios clubes se vieron en la necesidad de aumentar la capacidad de sus estadios como consecuencia del constante aumento del público.
La inversión de 100.000 pesos en la compra de seis jugadores le generó a la entidad riverplatense el mote de “millonarios”. La inauguración en las canchas de los tableros de la revista “Alumni”, donde se podía conocer al momento el resultado de los otros partidos, fue una innovación originalísima y notablemente exitosa que, a partir de 1932, se convirtió en un nuevo condimento en la formidable fiesta del fútbol.